domingo, 8 de enero de 2017

DESGLOBALIZACIÓN ¿Borrón y cuenta nueva?

Con Donald Trump, el mundo entra a la era de "desglobalización"

Pienso que la pregunta se justifica, si deducimos que la fantasía del mundo "ideal" sin fronteras, del bienestar global sustentado en el "consumismo" desprovisto de las bases culturales de trabajo, equidad y solidaridad; solo contribuyó a la ampliación de las brechas existentes antes de 1990, y al "engorde" de los grupos de poder mundial. Entonces me pregunto, globalización... ¿para qué? ¿Para eliminar fronteras a la libre circulación de capitales limitando el acceso a bienes básicos de la mayor parte de la humanidad; debilitando progresivamente la autonomía y soberanía e independencia del Estado Nación en favor de un poder privatizado, cuyo verdadero rostro se oculta al ciudadano común, de buena voluntad e inocente? ¿Es la Democracia el régimen político superador para llevar la felicidad a los pueblos? ¿O solo conformó el instrumento de un grupo de intelectuales para apoderarse del tesoro de las naciones a expensas de masas pobres e ignorantes, más bien una Demos gracia?

lunes, 2 de enero de 2017

SOLIDARIDAD PRESTADA

Solidaridad prestada
Detesto la gente solidaria..., ¡con el esfuerzo de otros! Me explico:  para ello expongo una situación puntual.
Viernes a la tarde, feriado en la provincia de Santa Cruz previo a Navidad (como todos los años); me encuentro en la fila de caja del Hipertehuelche (supermercado de materiales de construcción y otros afines) presto a pagar un artículo de jardinería. Mientras aguardo mi turno, en una espera larga y tediosa para mi alicaída paciencia, el cajero tuvo el tino de llamar a una cliente, embarazada ella, quien se hallaba tranquila esperando en otra caja ser atendida. Debo aclarar que la señora, bonita y joven, no debía cursar más que la 20° semana de gestación (cuatro meses aproximadamente), a "ojo de buen cubero". Otra cosa: no existía indicador alguno sobre "prioridad a embarazadas, discapacitados... etc. en ninguna de las cajas, lo que coloca en sobre aviso al resto de los clientes sobre la prioridad de atención si surgiese el caso.
Por supuesto, estoy de acuerdo en que se dé prioridad a las personas con capacidades reducidas, circunstanciales o permanentes. También sostengo qué, tanto el amor, la caridad, la beneficencia y otras "hierbas altruistas" por el estilo, son actitudes "voluntarias", nó compulsivas u obligatorias. Es loable que las personas ayuden a los demás, siempre que esta ayuda sea una actitud libremente elegida por la persona que desea hacer ese bien, no impuesta, ya sea por compromiso, costumbre o mandato social instalado.
Nos acostumbraron de pequeños a cumplir con normas sociales (teóricamente humanitarias,    solidarias, que, no solo  a veces no concuerdan con los valores éticos y razonables de cada uno, sino que su aplicación resulta absurda en muchas ocasiones. Además, significa la respuesta a mandatos que, a fuerza de "uso y buenas costumbres" acaban imponiéndose a modo de dogma sin que a nadie se le consulte. Se suprime así, un principio fundamental en el equilibrio emocional individual y social, la "libertad de elección y decisión".
En este caso no me indigna la actitud y aptitud de solidaridad que, como dije antes, me parece "elevada"; sino la de suponer, por parte del cajero (en forma autoritaria e inconsulta), que quienes aguardábamos en la fila aceptábamos a "pié juntillas" su decisión, a expensas de nuestro tiempo y voluntad. Seguramente si nos hubiese preguntado si permitíamos la atención prioritaria, todos habríamos asentido, o yo al menos. Pero caldea mi sangre latina el hecho que me dejen fuera del derecho supremo a decidir. 
A juzgar por la falta de reacción en los demás, pareciera que a nadie molestó, tal vez porque nadie profundizo en la cuestión, actitud que no me sorprende de una sociedad adocenada, anestesiada, a la que todo "le chupa un huevo"; habituada a una "falta de respeto" institucionalizada, pan nuestro de cada día.
Me sucedió algo similar en otra ocasión, también en un supermercado, cuando discretamente protesté y termino en un incidente por el que casi intervienen agentes de seguridad y yo preso por antisocial e inhumano; en aquella oportunidad solo opté por hacerme el "dolobu" y "comerme el garrón".
En fin..., me consuelo ante este incidente recordando el spot de Les Luthiers: ¡"El que piensa..., PIERDE!