sábado, 21 de octubre de 2017

MISOGINIA NO, PERO...., TAMPOCO LA PAVADA

   Escribo desde la bronca. No es bueno -lo sé-, pero el instrumento me permite descargar algo que me atenaza interiormente desde hace un tiempo. Y lo hago porque, no sé si por loco o marciano, percibo que no tengo cabida con mis pensamientos en ningún sitio.

   Es que las mujeres -o mejor LA MUJER- me tienen las "pelotas por el piso" -hablando en criollo-. Lo digo porque advierto, cada vez con mayor intensidad, que las féminas se vuelven cada día más sensibles, intocables, insoportables. Las cercanas, de mi familia, trabajo, amigas desperdigadas escasas que poseo, y las pertenecientes al mundo del espectáculo, los medios; en definitiva todas las que conforman el espectro social en el que me muevo.

   Por supuesto que las mujeres están dotas de una sencibilidad y sensualidad ajenas a nuestra naturaleza y me resulta deleznable cualquier tipo de violencia -física, verbal o psicológica- ejercida sobre mujeres o cualquier persona. 
Pero percibo cierto aire de chicaneo y facturación constante en el ambiente. Cómo exigiendo una indemnización por tanto tiempo de sumisión al despotismo ejercido por los hombres durante el "período de auge de la cultura occidental, greco romana y machista" -el cual recuerdo con nostalgia.

   Nos censuran las observaciones; las actividades, otrora ejercidas por mujeres, por tradición, capacidad o sensibilidad, tales como tareas domésticas y crianza de los chicos y de las que hoy también nos ocupamos los "machos alfa" -en el sentido cavernícola de la expresión-; siempre poseen -según ellas-, algún defecto, imperfección que, por supuesto, nos dirigen al lugar de "hombres que solo sirven para los verbos de la segunda conjugación: comer, cojer y joder". Dentro de ésto, ni que hablar de hacerles algún reproche acerca de una actividad realizada por ella -o que pudiesen haber realizado y no la hicieron-, nos hace acreedores inmediatamente a la diatriba más intensa y que hoy utilizan mejor que los "borrachos del tablón", contestándonos el consabido "lo hubieras hecho vos" o, "¿acaso vos no lo podes hacer?"

   En el aspecto socio sexual, bueno... La jerga utilizada desde antaño para tratarnos -hombres y mujeres-, con piropos, observaciones, expresiones imperativas, malas palabras -de uso cotidiano- hoy puede ser utilizada, o interpretada, por las "descendientes de Eva" como expresión de malos tratos: verbal, físico o moral. Hasta se crearon "oficinas" destinadas a recibir todo tipo de queja o denuncia  bajo la forma jurídica de violencia de género, en la que la mujer sea -como es de esperar- la víctima.

   Como dije al principio, recuerdo aquellos años dorados, en los que la mujer, se distinguía del mal llamado sexo fuerte por su delicadeza, sensibilidad, percepción, calidez maternal, esposa abnegada -no sumisa-; trabajaba sin quejarse, con dedicación, en silencio junto a su esposo manteniendo el mismo lenguaje ante los hijos y el mundo.Los intereses de su familia primaban sobre los suyos personales, a veces al extremo de negarse y relegarse a sí misma.

   En contraposición a nuestros días, la mujer no se distingue, excepto por los rasgos físicos -en ciertos casos- del varón: putea y usa palabras vulgares -en forma cotidiana, familiar y social-, las chicas se emborrachan en la vía pública junto con los varones y al mismo nivel , gritan y se ríen de manera grotesca, se tiran pedos y eructan cómo si fueran Shrek o Fiona.

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   Por supuesto que todo lo anterior no es aplicable al 100% de las mujeres. Toda regla tiene su excepción. Existen -es bueno destacar- mujeres que hacen gala de su prudencia, distinción y feminidad. Sus gestos y comportamiento delicado, discreto, realzan su belleza natural y aquella "debilidad adorable" que nos vuelve locos a los varones -al menos algunos.

   Noto también, la ingente influencia del feminismo, con un discurso de odio hacia el hombre y de privilegios para la mujer, muchas veces encubiertos bajo la forma de derechos. Ejemplo, decidir sobre su cuerpo, aún a costa de la progenie.

   No deseo adentrarme demasiado en los temas ideología de género, feminismo o misoginia, porque merece considerarse aparte y por especialistasPero al ser sistémico, me pregunto por los orígenes oscuros de esta dinámica social. Si, más que el efecto de una lucha de género, ¿no significa una disputa cultural que encubre la verdadera lucha "política" donde actúan las y los feministas más radicales?

miércoles, 18 de octubre de 2017

DISCUSIONES POLÍTICAS: un camino a la nada

Me pregunto cual es el sentido -si lo tiene- de la discusión o el debate político. Aunque podría, en principio, responderme que "no",  considero que el interrogante merece una respuesta más compleja.Digo esto, porque la charla en mesa de café de temas de cierta trascendencia, se realiza -como podría esperarse- sin disponer de una base ideológica sólida. Es evidente que la mayoría de los que nos enredamos en estos -a veces- laberintos dialécticos, en general carecemos de los argumentos que justifican la existencia de un determinado problema, remitiendo la compulsa a  cuestiones más bien partidistas que nada tienen que ver con la esencia ideológica, convirtiendo lo que debería ser una charla reflexiva en una batalla de diatribas lanzadas mutuamente. Decidir en forma coloquial, si el gobierno de los Kirchner fue más o menos corrupto que el de Menem  o  Macri -por tomar solo un ejemplo-, no es tema en el que se vaya a arribar a conclusión alguna -como en cualquier discusión-, mucho menos si los debatientes están vestidos con la camiseta del fanatismo ciego o del interés personal , que en el caso de los argentinos suele inclinarse "en la dirección de los vientos". Cómo sucede con el enamorado/a, por más deletérea y objetiva que pueda resultar la observación acerca del ser querido; jamás hallaremos en el -o ella- mancha alguna que ensombrezca su "imagen angelical". Aquí, cada uno expone su parecer más que su conocer, lo que generalmente se halla teñido de parcialidad, pasión, tradición y sensibilidades varias ajenas al carácter analítico que debería poseer. Diferente a esto es la disertación o conferencia, en la que alguien explica su punto de vista sin interrupciones, más allá que su punto de vista difiera diametralmente de la mayor parte del auditorio.  De acuerdo a lo anterior, sugiero como conducta prudente, evitar complicarse en "coloquios barriales" si en ellos no estamos dispuestos -por ignorancia o desidia- a profundizar objetiva y no subjetivamente en el credo de la cuestión. No sería más que una pérdida de tiempo, pudiendo llevar al quiebre de relaciones y muchas veces a desnudar la naturaleza visceral de las partes.